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Histórico recital de los niños de la paz ante el Consejo de Seguridad de la ONU
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Las voces de la paz: El histórico recital de los niños ante el Consejo de Seguridad de la ONULas voces de la paz: El histórico recital de los niños ante el Consejo de Seguridad de la ONU
Coro Hijas e Hijos de la Paz en su concierto en la Cancillería

Cortesía Efraín Herrera / Prensa Cancillería

Histórico recital de los niños de la paz ante el Consejo de Seguridad de la ONU

Un documental de EL TIEMPO registró la presentación del coro Hijas e Hijos de la Paz, en Bogotá.

“Y dirás que es un sueño,
pero es fácil de lograr,
la esperanza de los niños
es crecer en libertad…”


Esta versión colombiana de la inmortal canción Imagine, de John Lennon, fue el preámbulo del concierto que el coro Hijas e Hijos de la Paz brindó a los representantes de los 15 países miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el pasado 8 de febrero.

En un salón de gala del Palacio de San Carlos (sede de la Cancillería, en Bogotá), delegados de China, Francia, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Argelia, Ecuador, Eslovenia, Guyana, Japón, Malta, Mozambique, República de Corea, Sierra Leona y Suiza se conmovieron con el talento de estos niños.

Sus voces dulces, engendradas por quienes alguna vez se levantaron en armas, esta vez liberaron mensajes de gozo y esperanza, como se puede inferir por los títulos de las canciones que escogieron: Pañuelito blanco, Toy contento, Te llevo aquí, Palomita de la paz…

Los diplomáticos, curtidos en la verificación de conflictos por todo el mundo, se rindieron ante el carisma irresistible de los niños y terminaron tomándose fotos y videos con el coro, en una noche inolvidable. Cabe destacar que esta fue apenas la tercera vez que el Consejo de Seguridad de la ONU visitó a Colombia.

“El origen del coro Hijos e Hijas de la Paz es muy bonito –recuerda el director general de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, David García–. Cuando se estaba negociando la paz con las Farc en La Habana, yo había obtenido información de diferentes fuentes, entre ellas un libro de Arturo Alape, donde él contaba que el comandante de ellos, Manuel Marulanda Vélez, había sido violinista”.

A partir de ese dato, García logró hacer un inventario de 400 personas relacionadas con la música, dentro de las filas de la extinta guerrilla. Muchos de ellos no solo eran intérpretes de varios instrumentos, sino que habían vivido del negocio de la música antes de acabar en las Farc.

Tras la firma del acuerdo de paz en 2016, los excombatientes se concentraron en las llamadas Zonas Transitorias de Normalización. Allí, la vida alejada de la guerra comenzó a florecer, a tal punto que se registró el llamado baby boom: decenas de antiguos guerrilleros desmovilizados pudieron pensar en traer nuevas vidas al mundo. Algunas de esas vidas son las que hoy cantan en coro al mundo.

Un debut soñado

Luego de la pandemia, la intención de crear un grupo musical en torno a los acuerdos de paz volvió a estar en la agenda de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. El equipo del director García empezó a invitar a los niños nacidos en los años del posconflicto para que se sumaran a los casi 30.000 menores de edad que reciben clases de música con la orquesta.

“Entre mayo y junio de 2021 iniciamos unas conversaciones con la asociación Nuevo Amanecer, formada por firmantes de paz en torno a la implementación del acuerdo –explica Sandra Delgado, quien ha liderado la gestión del coro desde que fue creado–. No había plata ni instrumentos, pero existía la intención de hacer un proyecto musical de apoyo a esos acuerdos”.

La visita del Consejo de Seguridad de la ONU a Colombia, durante la cual escucharon las voces de los niños, fue apenas la tercera al país en toda su historia. 

Foto:

Cortesía Efraín Herrera / Prensa Cancillería

Llegaron niños muy pequeños, incluso de 2 años, que empezaron a participar en actividades de iniciación musical, juegos, exploración de la voz. Y a los pocos meses se presentó una oportunidad dorada: la conmemoración de los cinco años del acuerdo con las Farc, para la cual fue invitado a Bogotá António Guterres, en cabeza de la ONU.
“Supimos que venía el Secretario General de Naciones Unidas –afirma García– y él quiso escuchar el coro. Hicimos un concierto en la plaza de Bolívar, allá estuvo él y eso se volvió una noticia mundial”.

En efecto, el 24 de noviembre de 2021, Guterres quedó deslumbrado, rompió el protocolo y se subió a la tarima con los niños. Tres días después, publicó en su cuenta de Twitter (como se llamaba entonces la red social X) un mensaje que recorrió los cinco continentes:

“Mi esposa Catarina y yo quedamos profundamente conmovidos esta semana por el fantástico coro de niños Hijos de la Paz en Colombia. Con su hermosa música, son una inspiración para todos los que luchan por la paz en sus comunidades y países”.
Ese fue el impulso definitivo para que la Fundación Ford, con sede en Nueva York, se interesara en el proyecto y donara 100.000 dólares para su sostenimiento. Con esos fondos se creó un centro filarmónico dotado de instrumentos, se constituyó el coro y se planeó la creación de una orquesta juvenil de cuerdas, a futuro.

La agrupación se organizó con una rutina de tres clases por semana, cuya sede temporal ha sido el Colegio Mayor de San Bartolomé (al lado del Capitolio Nacional). Allí acudieron los niños con sus padres, la mayoría firmantes de los acuerdos de paz, aunque esta no es una condición excluyente:

“Los hijos e hijas de la paz son todos aquellos niños que nacieron después de la firma del acuerdo –dice Carlos Villarraga, exintegrante de las Farc–. Por eso, aquí también hay niños de compañeras que pertenecen al partido surgido del acuerdo de paz y, por ejemplo, hay dos hijos de policías”.

A finales del año pasado también se presentaron en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en un nuevo aniversario de la firma de los acuerdos. Esta vez quienes no resistieron las ganas de mezclarse con sus voces fueron los protagonistas de esa firma: el expresidente Juan Manuel Santos y el exjefe de las Farc Rodrigo Londoño, antes llamado ‘Timochenko’.

Una noche de esperanza

El concierto que se presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU incluyó a 48 niños, de los cuales cinco ya cambiaron de voz. De hecho, uno de los miembros originales cumplió 18 años y entró a estudiar en la Universidad Nacional.
“Ahí está la diferencia: en tener niños tan pequeños y otros que pertenecerían a un nivel superior. Juntar unos tan grandes con un chiquitito que está en prekínder, eso lo hace diferente y especial”, sostiene Sandra Patricia Rodríguez, directora musical del coro.

En total, 75 familias participan en las actividades de esta agrupación. Algunas han tenido problemas de seguridad e incluso no todas son bien vistas en su vecindario por los prejuicios hacia los excombatientes. Pero han sabido integrarse a la sociedad y la música ha sido uno de los vehículos para lograrlo.

No es fácil cumplir con los horarios y la disciplina que exige un ensamble de esta naturaleza. Algunos viven en las afueras de Bogotá y tardan hasta cuatro horas para llegar a los ensayos. Pero las ganas de participar han superado esos obstáculos.
Con mucha antelación, las familias de los cantantes estuvieron el 8 de febrero pasado desde las 4 de la tarde en las afueras del Palacio de San Carlos. Con paciencia, alistaron, peinaron y acompañaron a los niños, justo al frente del Teatro Colón, pese a que la presentación estaba prevista a las 8 de la noche.

Por motivos de seguridad, solo pudieron ingresar a la sede de la Cancilleria los miembros del coro y ya dentro de ella, hicieron pruebas de voz, de sonido y ensayaron el repertorio. Las largas horas de espera se hicieron llevaderas gracias a un refrigerio frugal y a las numerosas fotos que se tomaron en las instalaciones de la que fue sede del Gobierno colombiano en el siglo pasado.

Luego de que los delegados del Consejo de Seguridad agotaron su agenda de verificación de temas como la reforma rural, la reincorporación de los excombatientes, las garantías de seguridad para los reincorporados y el capítulo étnico de los acuerdos, finalmente hacia las 8:40 p. m. ingresaron al salón. Tras unas breves palabras de la viceministra de Asuntos Multilaterales, Elizabeth Taylor Jay, se dio inicio al recital.
Toda la etiqueta del evento se diluyó con los primeros acordes: los diplomáticos se pusieron de pie y grabaron las canciones con sus teléfonos móviles, en medio de sonrisas, aplausos y alguna que otra lágrima. La música hizo su magia. La ovación final así lo reconoció.

La emoción del momento fue capturada en un documental que acaba de estrenar EL TIEMPO en su canal de YouTube y sus plataformas digitales: Las voces de la paz registra la trayectoria de estas voces juveniles y su presentación frente a los miembros de la ONU.

Ahora, el coro Hijas e Hijos de la Paz se prepara para su primer viaje internacional: durante el primer semestre de este año se presentará en Bruselas, ante la comunidad diplomática asentada en la capital de Bélgica, y mostrará al mundo una faceta conmovedora y positiva de Colombia.

Como dijo Kelly Gaitán, hija de una excombatiente de las Farc y madre de una de las cantantes del coro: “Sí hay vida después de la guerra”.

JULIO CÉSAR GUZMÁN
EDITOR UNIDAD DE VIDEO
EL TIEMPO
@julguz

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