Cerrar
Cerrar
El Kanka lleva en su alma versos de amor por Colombia
AUTOPLAY
El Kanka, sus canciones y el amor por Colombia del cantautor español, en El cine y yo | El TiempoEl Kanka, sus canciones y el amor por Colombia del cantautor español, en El cine y yo | El Tiempo
El Kanka en El cine y yo

Juan David Cuevas. EL TIEMPO

El Kanka lleva en su alma versos de amor por Colombia

El cantautor español compartió detalles de su vida y de su música en su charla El cine y yo.

“Te llevamos en el sueño, te hablamos por telepatía. Cuando pase ya veremos cómo reponemos todos esos días”. La letra de ‘Zamba para mi padre’, que escribió el cantautor malagueño Juan Gomez Canca, más conocido como El Kanka, tiene una historia especial: Su padre se enfermó en 2020, el año de la pandemia, y por las restricciones del confinamiento no podía recibir visitas.

“La canción era un acompañamiento a distancia –recuerda el músico en su charla El cine y yo, previa a su presentación en Rock al Parque–, porque cuando él estuvo ya muy malo en el hospital, estaba solo”.

Hasta el hospital fluyeron intravenosos los versos y acordes del Kanka, pero su efecto medicinal fue insuficiente: no se pudieron reponer todos esos días, pues el patriarca de la familia murió. “Fue un poco horrible, pues yo lo quería acompañar en la distancia. Hay otra cancioncita que no me he atrevido a mostrar en público, ya fue cuando falleció hace tres junios. Y de la rabia y de la pena, compuse prácticamente a los dos días de que murió”.

El padre del Kanka era una presencia permanente para el artista. Y lo sigue siendo por medio de sus canciones. “Él era economista y hablábamos de negocios muchas veces. De hecho, me llevaba las cuentas de mi empresa. Era un tío muy inteligente, con una sabiduría cotidiana y tuvo que luchar mucho realmente, nació en la absoluta pobreza, en una España de posguerra. Mis abuelos eran prácticamente analfabetos y él, que era el mayor de cuatro hermanos, a los 13 años ya estaba trabajando, ayudando al maestro para que le saliera gratis la matrícula del colegio. Prácticamente, mantenía a su familia. Ya a los 15 o 16 años era todo un currante (en Colombia, se diría ‘un camellador’) y para mí era prácticamente un superhéroe”.

(Otro músico internacional en El cine y yo: Música y activismo en la voz de Rubén Albarrán, de Café Tacvba)

La sensibilidad artística de este exitoso músico le ha granjeado la simpatía de numerosos seguidores. Para ser precisos, 248 mil en YouTube, una cifra incluso superior en Instagram y cerca de 900 mil oyentes mensuales en Spotify. Por eso fue uno de los invitados más aplaudidos hace una semana en Rock al Parque y en su charla El cine y yo, un par de días antes en la Cinemateca de Bogotá.

Usted nació en el año del Mundial de Fútbol España 82. ¿Cómo recuerda su infancia en Málaga?

La recuerdo normal, la verdad. No soy hincha del Málaga, me da igual el fútbol, no lo puedo evitar. Me hubiera gustado en algún momento que no me diera tan igual, porque en España el fútbol, joder, es muy importante. Pero yo era un marginado ya desde pequeñito. Era un niño extremadamente tímido, me costaba mucho comunicarme.

De hecho, en las canciones habla de su timidez.

Sí, porque para mí hace un peso el tema de la timidez. Yo no quería ser tímido porque a mí me gusta la gente, me gusta socializar, soy muy amiguero, me gusta además mantener las relaciones. Tengo amigos de hace muchísimos años, entonces a mí me jodía mucho ser tímido.

¿Cómo era la relación con su hermana?

Una relación muy fuerte, no solo de niños. Yo le llevo apenas tres años. Ella es muy buena persona, yo era un poco más cabroncete de niño y le hacía jugarretas y demás, ¿no? A finales de la adolescencia empezamos a tener una relación realmente cercana, de complicidad, porque además, por desgracia, nuestra madre falleció cuando yo tenía 19 años y ella, 16. Eso hizo que nos uniéramos más. Creo que intentamos compensar el uno al otro esa ausencia materna que teníamos.

(Más cantautores en El cine y yo: 'He intentado que la música sea un retrato de la realidad': Edson Velandia)

Filosofía al servicio de la música

El Kanka estudió guitarra clásica en el conservatorio por varios años, lo cual le ha ayudado en su carrera.

Foto:

 Juan David Cuevas. EL TIEMPO

Inspirado por la profesión de su padre, El Kanka estudió Administración y Dirección de Empresas. La música no formaba parte aún de su futuro profesional, pero a poco de estar estudiando, entendió que los números no eran lo suyo. “Aquello no me gustaba nada –dice el músico, con su marcado acento andaluz–, la verdad, salí prácticamente corriendo. Y luego me matriculé en el conservatorio, estudié guitarra clásica, aunque no la terminé. Y también paralelamente cursé estudios de Filosofía, pero tampoco los terminé, por supuesto”.

¿Para qué le ha servido la filosofía?

La filosofía, al final, te enseña un poco a pensar y esa es una herramienta muy importante, sobre todo para los que no somos guapos. No quiero tirar más piedras sobre mi tejado, pero la propuesta estética la están viendo (risas). Lo mío va por otro lado. Creo que tengo algo que está bonito a la hora de contar cosas. Intento hacerlo desde otro sitio y supongo que la filosofía ayuda, ¿no?

¿En qué momento nació la vocación por la música?

Fue tardía, ¿eh? Mi padre tenía orejas, pero no oído… Sin embargo, era un gran melómano. En casa, se escuchaban los Beatles, Sabina. La canción de autor latinoamericana, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Chavela Vargas. Y no sé por qué no me dio a mí nunca por tener un papel digamos más activo en eso. Yo fui tardío, pero eso no me impidió que me enamorara cuando empecé a escuchar música. Y con la guitarra, me pasó igual. Cogí una guitarra por primera vez en mi vida a los 18 años, que es tarde. Sin embargo fue absurdamente amor a primera vista. No podía dejar de pensar en coger la guitarra y ponerme a tocar. Aprendí muy rápido los dos o tres primeros años, no porque yo tuviera más cualidades ni menos, sino porque no paraba de tocar. Fue una obsesión.

(Músicos colombianos en El cine y yo: El cine que 'le voló la cabeza' a Nicolai Fella, de Los Petit Fellas)

Antes de ser El Kanka, fue el doctor Desastre. ¿Qué recuerdo tiene de esa época?

Tengo muy buenos recuerdos. El Doctor Desastre era mi ‘nick’ del Messenger. Yo no tenía el mínimo pensamiento de dedicarme a la música profesionalmente. Pero me crucé con un buen amigo, Jesús, que tocaba el clarinete. Lo conocí en una tetería de Málaga y empezamos a tocar canciones sin más, sin un propósito, y nos ofrecieron un concierto. Dijimos: Bueno, venga, vamos a juntarnos y como mi ‘nick’ era El Doctor Desastre, pues era mejor que llamarnos Juan y Jesús, a él le chupaba un huevo todo. Hicimos un repertorio que eran cuatro canciones mías, una de las cuales la había compuesto esa mañana (¡Ese era el nivel de profesionalismo!). Lo que pasa es que después sí que me gustó mucho la sensación de estar interpretando mis canciones para la gente. Empezamos a profesionalizarnos un poquito más, a tocar todos los meses, a ensayar y yo empecé a componer mucho más.

¿Y cuándo se convierte en El Kanka?

Es que no ganaba ningún dinero y no me podía permitir irme con cuatro tíos a Barcelona, por ejemplo, y dar un concierto allí para un público de dos personas. Entonces empecé a ir yo solo, ya que por lo menos no perdía mucho. Y como me parecía demasiado pretencioso llamarme Doctor Desastre yo solo, entonces me empecé a llamar El Kanka, que era como me llamaba todo el mundo por mi segundo apellido.

(Mucha música en El cine y yo: Lido Pimienta le agrega picante al cine en Cartagena)

Amor por Colombia

El popular cantautor El Kanka tiene numerosas experiencias exitosas en Colombia.

Foto:

 Juan David Cuevas. EL TIEMPO

El afecto de los seguidores colombianos por El Kanka es una autopista de ida y vuelta. El propio músico malagueño admite que en nuestro país ha tenido oportunidades que ni siquiera en España ha recibido. Por ejemplo, la primera vez que sus composiciones ascendieron al olimpo de la interpretación sinfónica fue en Bogotá: “Me escribieron a decirme que querían hacer un concierto con una fusión filarmónica juvenil, con 80 músicos y un coro, canciones mías con arreglos clásicos y demás. Me parecía una broma. Jamás había hecho nada con un con una filarmónica y sin embargo me lo propusieron aquí en Colombia”.

Se ve que tiene una conexión especial con América Latina.

Es una relación de amor. No lo puedo pensar de otra manera. Joder, es que pasaron muchísimos años cuando a día 20 de mes no tenía un euro. Y en España, yo iba a tocar a los conciertos y no sabía a dónde iba a dormir esa noche. Y afortunadamente lo de Latinoamérica se me dio por casualidad. La primera vez que vine fue a Colombia. Un tío llamado Jorge Ovalle, con el que sigo trabajando, me escribió por Facebook y me dijo: ‘Se te escucha mucho aquí en Colombia’. Y yo pensaba: ‘Pero si no me escuchan ni en España’. Y llegué aquí sin saber muy bien lo que me iban encontrar y me encontré con una sala llena, con 200 o 300 personillas que podían haber sido gente que hubieran engañado pero no: ¡era gente cantando mis temas como si no hubiera un mañana! Fue un impacto para mí, no entendía nada.

¿Se identifica con nuestra gente?

Lo de Colombia es una cosa un poco particular, porque no solamente fue el primer país que visité, sino que me han pasado cosas muy raras de verdad. Después de lo de la Filarmónica Juvenil, me iba a ir, tenía un avión pillado y me dijeron: ‘No, tío, es que celebran el bicentenario de Colombia en el Parque Simón Bolívar con la Filarmónica de adultos y quieren que cantes dos canciones’. ¡Un español para celebrar la independencia de España! Imagínate el honor. Ese fue la cosa más grotesca, porque además era el único no colombiano.

Sigo componiendo de forma bastante intuitiva. Por decirte algo, no consumo estupefacientes (risas), quizá con un tintico, como mucho.

¿Cómo es su proceso de creación?

Después de tanto tiempo haciendo canciones debo tener recursos a nivel melódico, armónico, poético, etc. pero sigo componiendo de forma bastante intuitiva. Por decirte algo, no consumo estupefacientes (risas), quizá con un tintico, como mucho. Y me gusta componer desde el principio hasta el final. Es decir, he escuchado muchos compañeros que hacen la letra y luego le ponen música. O componen el estribillo y a partir de él, desarrollan el resto de la canción. Pero a mí me gusta componer las dos a la vez, siempre sobre la guitarra. No significa que no se me pueda ocurrir una melodía por la calle y me la grabo, me apunto las ideas, pero una vez que me pongo a desarrollar una canción, me gusta que sea lo más a la vez posible.

¿Cuántas veces se ha producido esa magia?

Hace poco miré en la SGAE (la Sociedad General de Autores) y tenía como 80 canciones inscritas. Por supuesto, no están registradas todas las que he compuesto en mi vida. Hay muchísimas que se quedaron en el camino de las que ni me acuerdo ni nada.

Usted es muy activo en redes sociales, ¿qué papel juega la tecnología en su vida?

Tengo una relación de amor y odio. Cuando yo era pequeño en Málaga no había internet en las casas. Yo me descargaba canciones en esos programas que salieron para escuchar música gratis. La tecnología es una cosa muy buena, lo que pasa es que yo siento que como crece tan rápido no nos da tiempo de adaptarnos éticamente, emocionalmente, a esos cambios tan rápidos. Yo utilizo las redes sociales como una herramienta de trabajo y ha sido vital en mi carrera, porque mis canciones no suenan en la radio. No tengo una disquera multinacional detrás apoyándome. La comunicación en redes sociales ha hecho que a un montón de gente de distintas partes del mundo les apetezca ver las cosas que yo digo.

Me dijeron que tiene una relación especial con el psicoanálisis…

Bueno, es que yo estoy loco, perdido. A mí siempre me había llamado mucho la atención, aunque en España es una disciplina bastante olvidada e incluso denostada. Y luego tuve una novia psicoanalista, con quien estuve ocho años. Cuando estábamos a punto de dejarnos, ella empezó a hacer psicoanálisis y yo noté un cambio brutal. De hecho, yo tenía la broma de que ella le llevara un regalo a su psicoanalista de mi parte, porque ayudó mucho para nuestra relación. Entonces, empecé a probar y he estado todos estos años, no con la misma intensidad, ni con el mismo terapeuta. Pero prácticamente siempre estoy dándole vueltas a las cosillas, Ahí sigo, a ver si me ajustan los tornillos.

(Una última recomendación: 'Yo soy un parlante, pero no soy la voz de nadie': La Muchacha)

Julio César Guzmán
En Twitter: @julguz
Editor de la Mesa Visual de EL TIEMPO

Mis Portales

Llegaste al límite de contenidos del mes

Disfruta al máximo el contenido de EL TIEMPO DIGITAL de forma ilimitada. ¡Suscríbete ya!

Si ya eres suscriptor del impreso

actívate

* COP $900 / mes durante los dos primeros meses

Sabemos que te gusta estar siempre informado.

Crea una cuenta y podrás disfrutar de:

  • Acceso a boletines con las mejores noticias de actualidad.
  • Comentar las noticias que te interesan.
  • Guardar tus artículos favoritos.

Crea una cuenta y podrás disfrutar nuestro contenido desde cualquier dispositivo.