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El renacer de la poesía en la era de TikTok
La poesía en la era de Tik Tok

La poeta estadounidense Amanda Gorman en la posesión Joe Biden, en 2021.

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Getty Images

El renacer de la poesía en la era de TikTok

La poeta estadounidense Amanda Gorman en la posesión Joe Biden, en 2021.
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El siglo XXI ha celebrado la poesía con tres premios Nobel y una inusitada resurrección popular.

El poeta argentino Fabián Casas en su ensayo Seis propuestas para los próximos millennials menciona la originalidad y la dispersión de los tiempos de hoy. Comparte la experiencia de lo difícil que resulta sentarse a dictar un taller de poesía en medio del bullicio y las distracciones que generan las pantallas de los teléfonos móviles, pero también analiza las miradas y estéticas que entrañan esas realidades de hoy: “Gracias a la poesía la gente viaja.

 Te invitan a leer poemas en Berlín, por ejemplo, pero a mí me gusta más la idea de viajar hacia la poesía”. Ese viaje, a través del vértigo de este siglo XXI, es en el que la poesía, de muchas maneras y por medio de diferentes canales, ha encontrado un lugar seguro en lo que va del milenio. La poesía ha sobrevivido y se ha reinventado para seguir siendo el vehículo más eficaz para condensar las emociones y verdades humanas. De ahí que la invitación de Casas a los poetas más jóvenes sea la puerta de entrada a un mundo donde la lentitud y el silencio son conceptos subversivos en un reino del bullicio, la velocidad y la estridencia.

El siglo XX cerró con una serie de temores y desencantos. A finales, en 1998, la novela Los detectives salvajes del chileno Roberto Bolaño se convertiría no solo en un adiós al boom y a sus patriarcas, sino que vendría a marcar una nueva ruta en la narrativa latinoamericana. La aparición de esta novela era también volver a poner a la poesía como protagonista central de un relato que nos hermanaba a todos y de cuya irreverencia, humor y desacralización iban a alimentarse muchos de los jóvenes poetas de hoy que por esos días estaban naciendo. Así, los poetas real visceralistas Arturo Belano, Ulises Lima, Juan García Madero y la desaparecida Cesárea Tinajero, a pesar de ser personajes de la ficción, serían poetas que con su actitud definirían el carácter de las siguientes décadas. Veinticinco años después de su publicación vemos cómo muchos discursos, espacios de encuentro, talleres, lecturas, parricidios e irreverencias le deben bastante a esas páginas.

El símbolo de la caída de las Torres Gemelas es también el retrato de ese mundo que se va destruyendo y que requiere de nuevos lenguajes como lugares de encuentros y sobrevivencias. En medio de un planeta que se derrite, con profundos conflictos y nuevas guerras, aparecen las redes para abrir una comunicación global más democrática y cercana, pero también más rabiosa. Podríamos preguntarnos parodiando a Hölderlin: ¿para qué la poesía en tiempos de las noticias falsas? Y tal vez ese sea el mayor desafío, el de sobreaguar y decir verdades en un tiempo tan líquido y veloz. Y ese ha sido el talante de la poesía de las últimas dos décadas, la misma que encontró en los chats de Messenger, los primeros blogs y las redes sociales como My Space (hace ya unos tres lustros) y luego Facebook, Twitter (hoy X), Instagram y TikTok, una amplia autopista para su difusión y conquista de nuevos públicos. Hoy en día se lee más poesía en revistas digitales en línea, que se comparten en las redes sociales. Al menos en español se contabilizan centenares de revistas virtuales que contribuyen a trazar nuevos mapas: Periódico de Poesía de la Unam, Círculo de Poesía, Revista Altazor, La Raíz Invertida, Vallejo & Co, Buenos Aires Poetry, La Otra, New York Poetry Review, Cantera y Aullido, entre tantas otras.

La poeta polaca Wislawa Szymborska (1923-2012), Premio Nobel de Literatura 1996.

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Si bien es cierto que las redes sociales han democratizado la poesía, permitiendo que poetas emergentes compartan sus obras de manera instantánea y que lleguen a audiencias globales a través de imágenes, videos, memes o postales, también esto ha sido problemático en la saturación de la sobreinformación y tráfico digital. Dice la investigadora y traductora española Nieves García Prados que “gracias al perfil de las redes sociales, los nuevos poetas han visto como Facebook, Instagram o Twitter han acabado con las barreras tradicionales para acceder a su público lector (y la necesidad de publicar libros para ser leídos) y se han convertido en las nuevas estrellas de la cultura posmoderna, desarrollando lo que podemos denominar incluso como un ‘fenómeno fan’. Esto ha generado una confusión del término fan con lector o seguidor y muchas veces las editoriales (grandes o pequeñas) confunden, por culpa de los números de seguidores, con la tasa real de lectores”. Sobre esto agrega la poeta y ensayista argentina Marisa Martínez Pérsico, autora, entre otros, del ensayo Juglares electrónicos: el procedimiento de hipertextualidad en la literatura y en internet: “Los poetas tradicionales conviven con poetuiteros e instagramers: la poesía digital es un fenómeno que se desarrolla, que parece haber llegado para instalarse y que se difunde y consume en buena parte por un tipo de público de una franja principalmente adolescente y juvenil (los nativos digitales) para quienes sus autores a veces se convierten en verdaderos influencers”. Esos números de clics y de likes parecen mandar en el mercado de la prensa y de las editoriales.

La catedrática española Remedios Sánchez García ratifica lo mencionado anteriormente: “Los jóvenes disponen ahora de las herramientas digitales como algo inherente a su cotidianidad. Como la fórmula para intercomunicarse con el mundo (la amistad en ese entorno virtual se mide ahora en números de seguidores o de likes), especialmente en contextos no formales que al final son los que sustancian el día a día”. Sin embargo, el poeta mexicano Margarito Cuéllar es contundente con su diagnóstico: “Para nuestra desdicha, el misterio en la era del ciberespacio está no en lo que hay dentro del poema, sino en desentrañar de qué está hecha su cáscara, es decir, su envoltorio. En la banalización de lo poético se pierden dos aspectos: la música que da sentido de orientación al poema y el apego a la tradición”. Sin embargo, pareciera que el fenómeno poco a poco empieza a desvanecerse. Los seguidores de hace unos años de los llamados “Hijos de Instagram” ya son adultos y muestran nuevos intereses. En unos años se hará ese balance y se decantarán las voces que de verdad estaban comprometidas con la poesía de siempre.

De igual forma, la poesía ha experimentado otras transformaciones en el siglo XXI a la par de algunos fenómenos sociopolíticos que han sido determinantes para la construcción de un canon en el nuevo milenio. El empoderamiento de los discursos de diversidad e inclusión ha permitido que se visibilicen una gran cantidad de voces y de estilos donde las diferentes culturas, identidades de género, los éxodos y las migraciones que han contribuido a la promoción y circulación de la poesía. Los poetas se convierten en testigos y comentaristas de los acontecimientos actuales, contribuyendo a la sensibilización y al cambio social. Movimientos como el feminismo, los derechos LGBTQ+ y la lucha contra el racismo han encontrado en la poesía un canal de expresión poderoso. Poetas como Warsan Shire y Ocean Vuong han dialogado con estos grandes temas de hoy.

El poeta y ensayista chileno Héctor Hernández Montecinos lo ve de forma muy clara: “En el resto de Latinoamérica se siguen completando estos mapas de lectura con más mujeres, más escrituras LGBTQ+, más poesía en lenguas indígenas, más alteridad como materia de escritura desde lo no humano, pasando por las formas de vida mineral, vegetal, animal, monstruoso, hasta lo cuántico o sideral: la posibilidad de la ficción poética”.

Pareciera ser un tiempo de experiencia creativa compartida donde la otredad y lo colectivo están en la prioridad de las agendas creativas. Sobre esto la poeta colombiana Andrea Cote Botero dice: “Hay al menos dos factores determinantes en el cambio del paradigma estético de la práctica de la poesía en el siglo XXI, por una parte, las estéticas del procedimiento: la tendencia a exhibir las etapas de producción de la obra como un valor estético en sí mismo, y el otro asunto son las formas de autoría compleja, y todo lo que nos lleva a reconocer que nadie escribe solo, que escribimos directa o indirectamente a partir de una comunidad”.

Martínez Pérsico complementa esa idea: “No necesariamente los grupos hoy comparten una misma línea estética, se generan sinergias grupales para sacar adelante proyectos editoriales, colecciones de poesía, o se crean para organizar eventos y actividades: festivales, encuentros”. Esto se ve reflejado de manera muy nítida en la proliferación de talleres literarios presenciales y en línea, clubes de lectura, maestrías en creación y escritura y el nacimiento de proyectos colectivos alrededor de editoriales independientes y fanzines.

El poeta sueco Tomas Tranströmer (1931-2015), Premio Nobel de Literatura 2011.

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El siglo XXI ha sido el tiempo del estallido y la consolidación de la poesía escrita por las mujeres. Vemos cómo en diferentes países y distintos idiomas la mayor fuerza y originalidad de las creaciones literarias de hoy la llevan las mujeres tanto en la narrativa, la ensayística y la poesía o, sencillamente, sin limitar a un género literario, en las escrituras en general. Además de la mencionada Warsan Shire y Victoria Chang, se suman voces como la de Rupi Kaur y Amanda Gorman, que han vendido millones de ejemplares de sus libros alrededor del mundo.

La lectura del poema La colina que ascendemos, de Gorman, en la investidura de Joe Biden el 20 de enero de 2021, tan solo catorce días después de los hechos de la toma del Capitolio, le dio una visibilidad a nivel global no solo a ella, sino a muchas jóvenes poetas inmigrantes que han reivindicado a través de la poesía temas de igualdad y conquistas de derechos civiles. Sin embargo, también ha sido del magisterio de voces tutelares, lo que ha revelado el carácter de la poesía actual.

La impronta de poetas como Wislawa Szymborska (premio Nobel en 1996), Mary Oliver, Ana Blandiana, María Negroni, Chantal Maillard y Carolyn Forché, entre otras, ha sido fundamental en la construcción de nuevas estéticas. Alí Calderón, poeta y director de la revista Círculo de Poesía, reafirma esto: “La poesía más relevante y audaz de nuestro tiempo está escrita por mujeres. Algo le debemos por esto a Wislawa Szymborska, Ana Blandiana, Ida Vitale, Idea Vilariño, pero también a María Mercedes Carranza o a Maria Mercè Marçal, a Piedad Bonnett, Irene Gruss, Carmen Berenguer, Olvido García Valdés, Rosabetty Muñoz o Mariela Dreyfus. En esas voces la poesía recupera su potencial utópico”.

En Colombia, el reconocimiento de la figura de María Mercedes Carranza ha despertado el entusiasmo de nuevos lectores y creadores. También ha sido el siglo del reconocimiento en el mundo hispano de Piedad Bonnett, cuya obra es leída y estudiada en muchos países de la región y en España, donde ha recibido los premios Casa de América y el Generación del 27. La joven poeta colombiana Laura Garzón asegura que, además de la potencia de la voz de Bonnett, ha sido determinante su generosidad como formadora de poetas colombianas desde sus clases y talleres, además de su tarea como divulgadora de muchas de ellas a través de prólogos y reseñas.

Los festivales literarios han permitido también una constatación de la vigencia y necesidad de la poesía más allá de un público especializado. Así, festivales como el Internacional de Poesía de Medellín, el Dodge Poetry Festival en Estados Unidos, el de Trois-Rivières en Canadá, el Struga Poetry Evenings en Macedonia, los festivales hermanos de Granada en España y Nicaragua, Poesía en Paralelo Cero en Ecuador, Primavera Poética en Lima, Cosmopoética y Marpoética en España han aportado de manera definitiva a la conquista de una población diferente y en la formación de recientes públicos.

En la misma dirección, las antologías, como método de recopilación y curación, han cobrado relevancia en este nuevo siglo. Han permitido trazar panoramas literarios, incluyendo voces diversas, y se han erigido como una herramienta de resistencia y memoria, especialmente en contextos donde la libertad de expresión enfrenta desafíos. Precisamente de las dudas y las preguntas surgidas en la primera década del siglo aparece en la editorial Visor, en 2011, la antología Poesía ante la incertidumbre, en la que se hace una invitación y una defensa de la poesía clara en oposición a una poesía más encriptada. En el manifiesto inicial dice: “Los discursos fragmentarios, el irracionalismo como dogma y el abuso del artificio han supuesto la ruina de la poesía en muy diferentes etapas de la historia de la literatura. Han hecho tanto daño que hoy la poesía está considerada como un género difícil que solo leen los poetas, porque solo parecen entenderse entre ellos como los habitantes de unas ínsulas extrañas”.

4M3R1C4, compilación preparada por Héctor Hernández Montecinos, es un ambiciosa obra editorial en la que, por su parte, su compilador afirma: “4M3R1C4: novísima poesía latinoamericana es un proyecto en tres tomos con 120 poetas de todos los países del continente y que representan las escrituras de ruptura, experimentación, dislocamiento que más, creo, han logrado dotar al idioma de estas condiciones de excepción. En sí, todas estas iniciativas bordean estas nuevas prácticas con los lenguajes, pero también con sus condiciones materiales, sus soportes, sus desplazamientos que en la actualidad son leídos además paralelamente a la inteligencia artificial, el metaverso, la realidad aumentada, la decadencia de las redes sociales de escritura por las de la imagen y los fósiles electrónicos que resultan, por ejemplo, los blogs que en su momento fueron la forma de pensar literariamente en conjunto”.

Asimismo, los volúmenes Cuando dejó de llover (50 poéticas recién cortadas), edición de Jorge Arroita y Alejandro Fernández Bruña con prólogo de Ben Clark y epílogo de Luna Miguel, plantean unas líneas claras para definir las nuevas poéticas: primera persona del plural, principios de incertidumbre, sintomatología de la derrota, intermitencias, narciso y el espejo y despedida de la materia. Han aparecido también, entre otras, Nuestramérica es un verso (antología 1968-1989), publicada por el FCE en Perú; El canon abierto, de la profesora Remedios Sánchez, en la que se invitó a más de doscientos críticos y académicos a escoger los poetas más relevantes en español nacidos después de 1970. Allí destacan entre los más votados Fernando Valverde y Raquel Lanseros. El primero, luego de consolidar una obra publicada en su totalidad por la editorial Visor, se aventura a escribir una mirada nueva de la sociedad de hoy a través del libro America (sin tilde), donde hace una audaz crónica de los asesinos en serie y los tiroteos que han caracterizado el frenesí y la locura que vive gran parte de la sociedad norteamericana hoy.

Lanseros, en su libro Matria, nos resignifica el concepto de la patria desde lo femenino y la figura de la madre. Otras antologías como El decir y el vértigo, preparada por Rocío Cerón, Julián Herbert y León Plascencia Ñol; Re-generación: antología de poesía española (2000-2015), de José Luis Morante, aparecida en Valparaíso Ediciones, y Cuerpo plural: antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, preparada por Gustavo Guerrero para Pre-Textos, han definido brújulas de entendimiento y comprensión de las estéticas actuales.

Frente al fenómeno de las editoriales independientes como motor de las nuevas difusiones, Hernández Montecinos comenta: “Las editoriales independientes crearon una red de circulación, pero sobre todo una nueva audiencia, esto es, nuevos lectores, miradas críticas y una visibilidad que no era inherente al campo cultural como sucede actualmente. De estas propuestas la que creo fue la que llevó más lejos sus formas de resistencia son las editoriales cartoneras, que este año cumplen dos décadas. El uso de materiales de desecho como papeles, cartones, pinturas, telas, plásticos para su confección es la gran metáfora de este tiempo, de su estética, su ética y su política: convertir la basura en arte, la mierda en belleza, la ruina en un monumento a escala infraleve”.

La poeta estadounidense Louise Elisabeth Glück, Premio Nobel de Literatura en el 2020.

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En este siglo, tres poetas han ganado el premio Nobel de Literatura: Tomas Tranströmer, en 2011; Bob Dylan, “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”, en palabras de la Academia Sueca, y Louise Glück.

El premio a Dylan solo vino a confirmar la relación entre la poesía y la canción popular que ya había sido reconocida en 2011 con el Premio Príncipe de Asturias en Letras a Leonard Cohen, y con la irrupción de cantantes como Marwán, Pedro Guerra y Nach en la publicación de poesía escrita. El Festival Paralelo Cero ha tomado el riesgo de entregar el Premio Poetas de Dos Hemisferios a los cantautores Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez.

En fin, en una era dominada por la inmediatez y la sobrecarga informativa, la poesía emerge como un refugio y una forma de resistencia. Por su capacidad de sintetizar, conmover y provocar reflexión, sigue siendo crucial para entender y cuestionar nuestro entorno. De la nueva épica que nos plantea el gran Raúl Zurita como un poeta fundacional y de una poética de la claridad y de la intuición de la tradición y el porvenir de Luis García Montero hasta lo que escriben los poetas más jóvenes y arriesgados de hoy están las claves de los registros de la expresión poética actual. La poesía sigue siendo un arma cargada de futuro. Es el nuevo ‘Aullido’ de una nación digital en una aldea sin dioses. Si el tiempo de los poetas menores ha llegado como diría el inolvidable Charles Simic, entonces el desafío será el de edificar una grandeza y un futuro claro en un tiempo que comienza, después de una pandemia, y del cual la poesía hablará por siempre.

Libros recomendados del siglo XXI

- República sorda, de Ilya Kaminsky
- Lo que dijimos nos persigue, de Nikola Madzirov
- Un año y tres meses, de Luis García Montero
- Tu vida rompiéndose, de Raúl Zurita
- Poesía reunida, de Piedad Bonnett 
- Variaciones sobre un tema dado, de Ana Blandiana
- El tiempo es la madre, de Ocean Vuong
- Nuevo sentimentario, de Juan Felipe Robledo y Catalina González
- Enseñando a parir a mi madre, de Warsan Shire
- Decreación, de Anne Carson

Federico Díaz-Granados
Especial para LECTURAS

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